viernes, 5 de agosto de 2022

DESPLUMANDO DIRECTORES/AS - Toma 7: David Fincher

Ilustración realizada por María Pizarro / artmpizarro.com

A lo largo de todos estos años dando bandazos por bosques, ciudades y demás, he sido muy cansino con un hecho, y es que soy del equipo rojo de las causalidades y no del azul de las casualidades. ¿Esta todo escrito? Por qué no, prácticamente todo esta inventado y vosotros los seres humanos vivís en esa epifanía absurda que os lleva a pensar que el futuro lo escribís vosotros mismos con vuestras decisiones. Cuando veo como os equivocáis tanto, creo cada vez más que todos tenemos un guionista detrás de nuestras vidas, hasta los seres como yo.

Ahora es el momento en el que pensáis que este alargado pico le ha dado otra vez a la droga dura y se ha puesto ciego de abono o fertilizante. Puede ser, pero ¿no os parece mucha coincidencia que este Desplumando directores sea el número siete y os vaya a hablar del director norteamericano David Fincher? Para aquellos avezados cinéfilos, este detalle ya debe ser un puntazo, para el resto, tendréis que esperar al avance de este artículo.

David Adrew Leo Fincher, con más nombres que Froilán, es un director de cine nacido en Denver y que empezó su carrera audiovisual como asistente de producción y poco a poco fue metiendo la cabeza en el mundo de Hollywood. Antes de ello, estuvo en el mundo de la publicidad creando anuncios para televisión e hizo infinidad de videoclips de música para innumerables artistas.

Por desgracia para él, su debut en el cine fue algo traumático, pues tuvo que encargarse de la tercera entrega de una saga que ya estaba a esas alturas un poco denostada y de la que el propio director siente una profunda vergüenza y odio; hablamos de Alien 3. Después de dos gigantes de la meca del cine como Ridley Scott (del que hablamos en esta sección en la toma 4) y James Cameron, que aparecerá pronto por aquí, el reto era complicado. A pesar de que nuestra adorada Sigourney Weaver repitió papel como la icónica teniente Ripley, el proyecto se vio rodeado de un aura funesta, lleno de problemas de producción, incluso hasta rodajes sin un guion completo.

El director con «El bicho»

En esta entrega, la huida de Ripley con dos compañeros de la tripulación, un espécimen alien consigue entrar en la nave y provoca un accidente eléctrico que fuerza a que aterricen en un planeta donde existe una prisión dirigida por la compañía que forma parte de la base argumental de las otras dos entregas. El caso es que los compañeros de Ripley no sobreviven y el alien empieza a mutar y a matar a todo aquel que se encuentra en el planeta. Un resumen muy básico para una película muy normalita que te hace revivir el miedo y asco que provoca el puto bicho baboso ese, pero poco más. Perdonad mi lenguaje, pero es que me da un asco horroroso el colega.

A pesar de una nominación a los mejores efectos visuales en la gala de los Oscars y ganar los premios DVDX, Sierra y Golden Reel, para mí pasó sin pena ni gloria por la historia de esta saga. Eso sí, se intentó sacar el máximo partido haciendo novelas, cómics e incluso videojuegos, cosa de la que no tenía constancia. Tengo un primo que es un fanático de las consolas y siempre se cuela en casa de uno de esos gamers que tanto se llevan ahora y escuchó desde su ventana una conversación al respecto.

Fincher hablando con parte del reparto

Bueno, vamos al meollo de la cuestión. Toca hablar de la que para mí, es la mejor película de este director y la que cambió por completo la meca del cine en el género policiaco, cine negro o thriller…llamadlo como queráis. Después de Seven, todas las demás intentaron copiar la fórmula y se convirtieron simplemente en discípulos mediocres del Mesías, así de claro.

Junto al gran Morgan Freeman

Mi historia con esta película es muy particular, empezando por su visionado. No fue en el cine, como en otras ocasiones me colé en una casa, pero esta vez en la habitación de un chaval muy apañado en esto de las tecnologías que invitó al esclavo este que tengo tecleando lo que pienso. Ese cuarto era un cine en sí de la época. La cinta era del 95 y creo que cuando la vimos fue al año siguiente. Si no recuerdo mal, era el tiempo que tardaban en llevarla a los videoclubs y por entonces no tenías problemas en comerte un spoiler. El caso es que aquella tarde fue inolvidable, a pesar de que aquellos dos pagafantas se hincharon de palomitas tirados en la cama y no me dieron una sola.

Comentando una escena con Brad Pitt

Fincher utilizó el guion original de Andrew Kevin Walker y lo transformó visualmente en un mundo oscuro rodeado de una atmosfera opresiva en cada una de las tomas que rodeaban los asesinatos. Protagonizada por Morgan Freeman en el papel de un viejo y astuto policía (William R. Somerset), junto a un joven e inexperto compañero Brad Pitt (David Mills) y secundados por la que fue la pareja de este en la vida real durante un tiempo Gwyneth Paltrow y la sorpresa de todo el elenco, un inconmensurable Kevin Spacey que por entonces no era tan conocido y que Fincher utilizó con maestría. Lo que pasa que a este viejo pajarraco no se la dio con queso y os cuento el por qué… En la escena en la que por primera vez se cruzan con el asesino de esta película y que poca gente intuyó en aquel momento, fue en unas escaleras, donde Pitt se tropieza con Spacey antes de llegar a uno de los escenarios del crimen. Ahí fue donde le dije a los dos glotones de maíz tostado que ese era el asesino que buscaban, pero no me hicieron caso. El asesino de los Siete pecados capitales, creo que ese fue el concepto que marcó un antes un después en este tipo de suspense psicológico, un asesino con metas propias y un mensaje muy claro para la sociedad: nuestros pecados acabarían consumiendo nuestras almas.

La originalidad macabra con la que el asesino acomete sus designios, es magistral. Mi mente tiene tatuada a fuego la escena de la Gula en la que todo el mundo bautizó como «El gordo de Seven»… que asco por Dios. La avaricia a través de un abogado y con una cita de El mercader de Venecia de Shakespeare. La pereza con un traficante atado a una cama y drogado hasta las cejas. Una prostituta sodomizada con un artefacto lleno de cuchillas, representando la lujuria o una modelo que se suicidó porque el asesino le obligó a mutilarse la cara por su soberbia.

Sí, sé que a estas alturas quedan dos pecados capitales, la envidia y la ira, pero esas dos son las que convierten a esta película en una obra maestra. Un final sublime, excepcional, de por los que yo creo que se inventó el concepto «Culo torcido» y que seguramente ya habéis visto todos, pero que no quiero desvelar por si todavía hay algún osado que no ha visto la mejor película de este género.

Vamos con las curiosidades, esas cositas que quizás no sabías y que tanto me mola desvelarte en este artículo. Al Pacino y William Hurt fueron las primeras opciones para hacer el papel de Freeman; Denzel Washington y ¡¡WTF!! Stallone también para hacer de Pitt. Por otra parte, esto le hubiera venido muy bien a María Pizarro para la ilustración de este Desplumando directores, ya que el bueno de Brad sale en varias de las películas de este director, como habéis podido intuir en la magnífica, como siempre, aportación pintoresca de mi adorada plumífera azabache. Para el papel de Doe (Spacey) se pensó en Val Kilmer y el de Tracy (Paltrow) en Robin Wright y Christina Applegate…menos mal que unos fueron descartados y otros los rechazaron los mismo actores y actrices. De hecho, Kevin Spacey se incorporó dos días antes al rodaje y como petición especial y acertada del actor, este pidió que no se le incluyera ni en los créditos ni carteles, para que todo fuera una absoluta sorpresa…esas cosas que pasan por que tiene que pasar.

A los 7 minutos de largometraje, Doe (Spacey) llama a Mills (Pitt) y a 7 minutos del final Somerset (Freeman) le pide a Mills que no mate a Doe, porque ganará él. La escayola que lleva Brad Pitt durante gran parte de la cinta, es real, ya que se cayó durante la persecución de Doe y se rompió el brazo. ¿No os habéis preguntado nunca porque Spacey da tanto miedo? Quizás una de las causas sea que en 127 minutos de film, no se le ve matar a nadie…da que pensar ¿no?

Más cotilleos chulos. Fincher, Freeman y Pitt se negaron a rodar la escena final si no aparecía de aquella manera el personaje de Paltrow, ya que el productor dio la vara mucho con esa escena. En el papel de «El perezoso», Fincher buscó a un actor muy delgado y lo consiguió, Michael Reid Mackay llegó a pesar 40 kilos para dejarnos a todos con la boca abierta. Los diarios escritos por John Doe, fueron escritos realmente…dos meses y 15000 dólares costaron terminarlos. Pitt cobró, como no, 7 millones por su trabajo.

Fincher trabajó mucho el aura opresiva y el ambiente contaminado de la ciudad. Rodó entre Philadelphia, San Francisco y Los Ángeles. La lluvia era una constante en la película, muy Seattle. Visualmente me recuerda mucho a los cómics de Gotham y nuestro adorado Batman. Una ciudad contaminada, llena de gente, violencia y con una depresión latente en cada fotograma. En la banda sonora, destacan dos canciones por encima de la música original de Howard Shore, Closer de Nine Inch Nails y The Heart’s Filthy Lesson de David Bowie.

La crítica periodística la acribilló, sin embargo el gran público la alzó como un éxito rotundo de taquilla  con 318 millones de recaudación y cuyo coste real fueron 30 millones. A día de hoy esta en el puesto 134 de las 500 mejores películas de todos los tiempos. Poco más que añadir. Si no la has visto, es hora de que  revivas a John Doe y que te haga una visita.

Siguiente peliculón. Parece que Fincher le cogió el gusto a esto de los giros argumentales y solo dos años después, estrenó The Game, protagonizada por Michael Douglas y Sean Penn. Nicholas Van Orton (Douglas), un adinerado banquero recibe un misterioso regalo por parte de su hermano menor Conrad (Penn): participar en un juego que poco a poco se va integrando en su vida cotidiana, pero conforme avanza, se va volviendo cada vez más peligroso.

Discutiendo el guion con Michael Douglas

La paranoia y todo lo que misteriosamente va pasando a su alrededor poco a poco le hace perder el control de una vida que tenía ya hecha. Para colmo, es su 48 cumpleaños, edad con la que su padre se suicidó y que lo marcó, convirtiéndose en un hombre déspota y prepotente.

La acción y el ritmo cardiaco por el que nos lleva Fincher, es espectacular. Te metes en la piel del personaje principal y compartes con él todas las putadas que le van ocurriendo conforme el juego avanza, pues cuando empieza a ver muertes de por medio, la cosa ya se pone seria. Película palomitera que nos hace pasar un rato muy bueno, pero que tampoco trasciende mucho más allá en la meca del cine como una obra maestra. Eso sí, el final es cojonudo también y no te lo esperas para nada. Lo mejor de la película, sin duda.

Y ahora, nos toca hablar de la película favorita de nuestro director cuervil, Jesús Mesado Sánchez. Espero estar a la altura y que no me desplume por ello. Nos vamos a 1999, Fincher adapta la novela homónima de Chuck Palahniuk El club de la lucha. Interpretada por Edwar Norton, Brad Pitt y Helena Bonham Carter. En papeles secundarios salen el cantante Meat Loaf y Jared Leto.

La trinidad: Pitt, Norton y Fincher

Jim Uhls adapta, junto al director, bajo un buen guion, la obra de Palahniuk y en ella se nos cuenta la vida de una persona cotidiana, Norton (cuyo nombre en la película jamás se revela). Un hombre aburrido por la vida que lleva, sin alicientes y rodeado de una sociedad asquerosa que no le toma en cuenta y en la que cada vez se ve menos reflejado. Un día, conoce a un vendedor de jabones muy particular Tyler Durden (Brad Pitt) y entre los dos, fundan un club de peleas clandestinas que cada vez se hace más popular. Eso le sirve al personaje de Norton para liberar toda la rabia que lleva dentro y desarrollar su personalidad escondida con mayor libertad y sobre todo, sin miedo a nada.

Fincher quiso utilizar la violencia explícita de las peleas como mensaje claro hacia la evolución cada vez más funesta de las generaciones venideras, influenciadas por supuesto por un sistema de valores cada vez más nauseabundo creado por la publicidad generada por el mercado que nos rodea.

Este film es de esos que envejecen muy bien. Hecha para una generación a la que mi homónimo escritor pertenece, esa llamada Generación X que estaba en el medio de todo, un mundo inmenso por explorar pero con un futuro incierto y lleno de badenes sentimentales y sociológicos. Aún recuerdo como se creó una gran polémica alrededor de ella por la violencia que derrochaba (curioso, cuando hoy se sirve dicha violencia a un solo click y los vídeos de ese calado pululan por los WhatsApp impunemente, contaminando las mentes de vuestros hijos) y claro, debido a la discreta taquilla cosechada, se cebaron con ella. Personalmente creo que vosotros, los humanos, como siempre, os quedasteis con la capa final de la misma y no con el mensaje que realmente quería ofrecernos Fincher. Esa capacidad que tiene la sociedad de dejar de lado a los mediocres, los parias o la gente que realmente tiene algo que aportar y que se ve truncada por los márgenes que marca lo bien visto.

Otra vez, el giro argumental del final, te deja con la boca como una caja registradora abierta. Nada esperado y guardado meticulosamente durante toda la historia, cosa que según tengo entendido, no pasa en la novela. Hay mucho en esta cinta de otras cintas como por ejemplo Rebelde sin causa o El graduado. Una lucha contra el consumismo y todo lo establecido, romper con la norma que unos cuantos os inculcaron a través de la televisión y que hoy lo hacen con vuestros jóvenes milenials.

La dupla de actores en una escena de la película

Curiosidades: Russel Crowe fue considerado para el papel de Brad Pitt, Matt Damon o Sean Penn para el de Norton y Courtney Love y Winona Ryder para el papel de Marla Singer (Helena Boham Carter). De nuevo, Fincher acertó de lleno. Los actores tomaron no solo clases de diferentes tipos de lucha sino también de cómo hacer jabón. Pitt fue a un dentista para que le picara los dientes y caracterizar a su personaje de una forma menos perfecta. La producción tuvo 300 decorados y 200 localizaciones, parece irreal, porque casi toda la película se filmó por la noche, pero así fue. Se aprovechó mucho la luz natural y se intentó dar un toque brillante y chillón a los personajes, para que destacaran en el ambiente. De hecho las escenas de Norton en solitario eran algo distintas a las que compartía con Pitt. Hay otras cosas con respecto a la grabación que me reservo, pues pueden revelaros el final y no merece la pena.

Para su publicidad, Fincher se negó a poner a Brad Pitt como el reclamo principal de la película, ya que los productores lo querían como la pieza principal del cartel de la película para la atracción de las féminas y finalmente se buscó algo intermedio, donde lo que más destacaba era la puta pastilla de jabón rosa que tanto caracteriza a la película, icónica. Que sepáis que se vende en internet como reclamo para frikis coleccionistas.

El guion pasó por cinco revisiones, tanto por parte de profesionales como Cameron Crowe o Andrew Kevin Walker, incluyendo a los mismos Pitt y Norton. Con un presupuesto inicial de 23 millones, la cinta se fue a unos 63 millones, que a mi modo de ver fueron justificados por la cantidad de detalles que la conforman, no solo por sus efectos visuales. De hecho, Fincher lleno 1500 rollos de película, tres veces más que cualquier evento cinematográfico de Hollywood. Otro ejemplo, la creación de una banda sonora post-moderna mezclando baterías y electrónica de la mano de los productores Breakbeat Dust Brothers.

La catalogación por parte de los ejecutivos de marketing a la hora de publicitar la película en horarios de retransmisión de por ejemplo la WWE, hizo que Fincher entrara en cólera. Estaban manchando su visión de pura violencia y el film era algo más, mucho más. A la vista esta, que con los años se le ha dado al fin una categoría que no se le dio en su estreno.

Podría llevarme horas hablando de esta obra maestra, pero no es plan. Simplemente os diré que marcó parte de mi percepción de los humanos y las generaciones venideras más que los abdominales de Brad Pitt.

Ahora nos vamos al 2002 y según la que está cayendo ahora mismo en el mundo, a más de uno no le vendría nada mal una habitación como la del título de la siguiente película de Fincher. Protagonizada por la oscarizada y siempre enigmática Jodie Foster, junto a la por entonces niña, Kristen Stewart (la mujer más sosa de la meca del cine), La habitación del pánico es una de esas cintas que yo suelo catalogar de transición. Sin ningún mensaje oculto, directa al entretenimiento que requiere una historia de suspense y misterio.

Conversando con Foster y Stewart

En ella se explora con el miedo primitivo que todos alguna vez hemos experimentado al pensar que unos intrusos nos invaden el nido…perdón, me pudo el subconsciente. Foster interpreta a una mujer divorciada que se muda a Manhattan con su hija a una casa bastante lujosa. Una noche, tres individuos entran a robar en ella (Forest Whitaker, Dwight Yoakam y un perturbador Jared Leto). La mujer y su hija se encierran en la habitación de seguridad que da título al film y ahí empieza una lucha psicológica entre unos y otros, ya que los ladrones quieren unos bonos bancarios por valor de 22 millones que están precisamente en esa habitación.

Punto, nada más. Particularmente, perdí varias plumas por colarme en el cine del barrio en el que vivía por entonces para ver la típica película de un sábado por la noche en Antena 3. Lo único curioso, que el papel de Jodie Foster lo iba a interpretar Nicole Kidman y lo desestimó por una lesión en la rodilla.

Observando a Whitaker

Nos vamos a 2007 y entramos en una, de las que para mi gusto personal, es de sus mejores trabajos. No solo por contar la historia de uno, junto a Jack el Destripador, de los asesinos en serie que han escapado de la ley. Zodiac nos cuenta los hechos reales acaecidos en los años 60 y principios de los 70 en el área de la Bahía de San Francisco, donde apareció un serial killer que se hizo llamar «El asesino del Zodiaco» que mató a varias personas aleatoriamente. Eso fue precisamente lo que mantuvo desconcertada a la policía, al no tener un patrón y encima dejarles cartas y mensajes cifrados para burlarse de ellos y probar su inteligencia frente a la incompetencia de la ley. Los encargados de interpretar esta cinta fueron mi adorado Iron Man , Robert Downey Jr; su colega verde Hulk, Mark Ruffalo y el malvado Misterio, Jake Gyllenhaal… Dios, Marvel se está haciendo con todos los actores.

Para este film, Fincher se implicó de tal manera, que incluso estuvo durante año y medio investigando por su cuenta sobre el caso, entrevistando incluso a gente implicada en el caso. Muy elogiada por la crítica en general y por el público selecto. Digo esto porque más de uno la ha catalogado como demasiado larga y lenta, basándose en la extensión de diálogos y la poca acción. A mí, como bicho alado amante del cine de asesinos en serie reales, se me pasó volando y me pareció muy acertado su rodaje, para recrear precisamente esa aura de misterio que dejaba el asesino en cada uno de sus asesinatos y sus posteriores mensajes.

De risas con Gyllenhal

A todos los que nos apasiona este caso, sabemos que el principal sospechoso siempre fue Arthur Leigh Allen, interpretado muy bien por John Carrol Lynch, que algunos recordarán recientemente por hacer el papel del payaso siniestro de Freak show, la cuarta temporada de American Horror History. Downey hace del periodista Paul Avery que cubrió la noticia durante mucho tiempo, Ruffalo hizo del inspector Dave Toschi de la policía de San Francisco y Gyllenhaal hizo del, en un principio caricaturista Robert Graysmith que finalmente se convirtió en un escritor famoso gracias a su libro Zodiac y colaboró con el director en la elaboración del guion. La química entre los tres lleva el pulso de la historia y la dirección de Fincher consigue recrear la expectación que provoca uno de los casos más famosos sin resolver del pueblo americano.  

En resumidas cuentas, Zodiac es lo más parecido que se puede rodar a una verdadera investigación policial, sin los acelerones impuestos por la meca y la taquilla, dando el pulso necesario a la intriga y a todo ese rompecabezas que creó uno de los asesinos más misteriosos de la historia. Os la recomiendo encarecidamente.

Al siguiente año, el director de Denver nos cuenta una historia alucinante El curioso caso de Benjamin Button. ¿Qué dirías si nacieras en el cuerpo de un hombre de 80 años y conforme pasa el tiempo, vas rejuveneciendo hasta morir cuando eres un bebé? La premisa de este relato original de F. Scott Fitzgerald es brutal y el trabajo de Fincher y su equipo, descomunal. La técnica de efectos especiales CGI, (que tanto se usa actualmente) utilizados para envejecer al buenorro de Brad Pitt te deja sin respiración. Su compañera de reparto fue la inigualable elfa Cate Blanchett, su amor en la cinta y la persona que sufre la extraña rareza de Button. A través del diario que ella conserva de él, vamos conociendo la apasionante vida de un hombre singular. Por cierto, el software con el que se creó el CGI se hizo en España, no digo más.

Nominaciones en varios premios importantes como los Óscar, Globos de oro y Bafta en las categorías de dirección, actor principal, guion adaptado, banda sonora y fotografía, pero ninguno pescado. A mí me gustó mucho.

Con un caracterizado Brad Pitt

En 2010, el director decide rodar la biografía de uno de los hombres más controvertidos de la época actual, el programador multimillonario Mark Zuckerberg. Pero se centra en su ascensión entre tribunales y la más que dudosas implicaciones morales que llevaron a un tipo antisocial a conectar prácticamente al mundo entero a través de una red social que empezó en una universidad. El papel principal lo interpretó Jesse Eisenberg, al que le tengo una especial tirria, no solo por hacer a un nefasto Lex Luthor y encima fue nominado a los Óscar por este papel.

Junto al guionista del film

La película tuvo mucho éxito, fue premiada 122 veces y tiene el récord personal de ser la única que ha ganado en todas las premiaciones que se le hizo al  mejor guion. En realidad, la historia real es apasionante y como lo que iba a ser una simple página para calificar el atractivo de las chicas del campus de Harvard, derivó en una red social tan gigantesca. Nuestro amado y arácnido amigo… y ahora más que nunca, Andrew Garfield, hizo el papel del socio inicial y propietario del 2% actualmente de Facebook de Zuckerberg, Eduardo Saverin. Justin Timberlake también apareció en el film haciendo de Sean Parker, el cofundador de la app Napster y accionista mayoritario actualde Spotify, y Rooney Mara como la primera novia de Zuckerberg.

La crítica, como dije antes la alabó. Los protagonistas reales no tanto, ya que la catalogaron como una dramatización con inexactitudes y ciertos fallos, creada intencionadamente para vender. A mí me entretuvo, ya se sabe, la curiosidad mató al gato y a este pájaro aún más. Personalmente me dio a entender que Zuckenberg, a pesar de ser un genio, también fue un aprovechado que supo estar en el lugar correcto y en el momento adecuado con su habilidad para programar. La película refleja el aspecto más codicioso de los personajes y la obsesión de ser más y más grandes.

En resumen, muy premiada y yo me quedo con la satisfacción de que todas las nominaciones que tuvo Eisenberg se quedaron en agua de borrajas.

Ahora y para cerrar este artículo, ya que no he visto las dos películas anteriores de la que vamos a hablar ahora, Perdida y Mank, nos metemos de lleno en ese tipo de cine del que normalmente huyen mis plumas. Si de por si, hacer un remake de una cinta antigua me parece un reto muy difícil, aún más me lo parece el hacer una versión «americana» de uno de los mejores libros o trilogías, según la opinión del que transcribe mis opiniones cinematográficas. La serie Millenium del malogrado Steig Larsson es historia de la literatura mundial en el género catalogado como thriller. Digamos que su literatura cambió para siempre la forma escribir de muchos autores y autoras, no solo de los países escandinavos. Por eso, para este pajarraco se le hizo cuesta arriba el intentar ver la versión yankee de un film también hecho como el sueco que protagonizó Noomi Rapace haciendo de mi adorada Lisbeth Salander y Mikael Nyqvist como Mikael Blomkvist.

Sinceramente, le di una oportunidad por el director y la que iba a hacer de la protagonista en esa versión, Rooney Mara, pues al igual que con Eisenberg, tengo una especie de manía con el actor británico Daniel Craig…podréis suponer que es por su papel de James Bond. Pero bueno, siempre hay que dar una oportunidad a estas cosas y más si están dirigidas por la mano de Fincher.

Comentando una toma con Craig

Será por ello, que lo que más me satisfizo en esta versión fue un detalle concreto de como el periodista Blomkvist, dio con la clave de cierta pista y que en la versión sueca no se reflejó y que para mi modo de ver, es clave en el libro y en la historia.

De verdad que me encantaría desgranaros esta película, pero me dolería en el alma destriparos cualquier aspecto de la misma. Solo os puedo decir que Rooney Mara está a la altura al clavar a uno de mis personajes femeninos favoritos de la literatura actual. Salander, una freelance y experta hacker, cuyo aspecto es de los más inusual; delgada, bajita, gótica, llena de tatuajes y pírsines, fumadora, borracha, bisexual y de una inteligencia abismal, ayuda a Blomkvist en un caso que le han encomendado a este para intentar limpiar su nombre tras una supuesta difamación a un alto cargo del gobierno. La revista para la que trabajan, Millenium, les manda a una isla sueca en la que un ricachón les pide que averigüen quién fue el asesino de su sobrina hace ya casi 40 años, cuyo cuerpo nunca apareció. Es a partir de ahí donde se meten en un mundo turbio y lleno de secretos que iremos descubriendo junto a ellos y del que poco a poco no podremos salir por culpa de la intriga y misterio que les rodea.

La saga de libros es una auténtica pasada. Adictiva de principio a fin y que por cierto, solo fue la versión sueca la que trasladó completa la trilogía a la gran pantalla. Es curioso, porque la elección de Rooney Mara para el papel se hizo precisamente porque el resto de actrices candidatas rechazaron el papel por la extensión de la saga. En el caso del papel de Blomkvist, fue ofrecido a otros actores como George Clooney, Johnny Depp, Vigo Mortensen y Brad Pitt.

Tuvo varias nominaciones a los Óscar como al de mejor actriz, mejor fotografía, mejor mezcla de sonido, mejor edición de sonido y mejor montaje, que fue finalmente la estatuilla que se llevó. Una taquilla discreta, pero al fin y al cabo, una buena versión.

Y con esto, cierro esta séptima toma en la que hemos ahondado en la filmografía vista por este pajarraco de uno de los directores de Hollywood con más talento y sobre todo, con una visión muy especial y marcada de lo que es su cine. No se casa con nadie y pelea por sus ideas hasta el final y eso siempre es digno de admirar. Siento no poder comentar las dos últimas películas que ha hecho, pero me las apunto desde luego para un futuro visionado, pues seguro que no me defraudaran, sobre todo Mank, que como muchos sabéis, habla de la vida del guionista de Ciudadano Kane de Osrson Wells, Herman Mankiewicz .

Hasta una nueva entrega, me despido de vosotros alzando de nuevo el vuelo y pensando ya en esa octava toma que nos traerá a un director foráneo, cuya visión del cine esta llena de bestias, mutantes, brujas y mucho más…

Artículo escrito por Óscar Lamela Méndez
Ilustración realizada por María Pizarro