viernes, 30 de septiembre de 2022

Serendipity

Aquella carta no era precisamente la que esperaba recibir ese día, de hecho no esperaba recibirla nunca. Esa carta le informaba de la reunión de ex-alumnos del instituto, no lo entendía, su curso solo se había graduado hacía doce años. Al parecer, todo aquello estaba promovido por la delegada de su curso, la cual era muy popular y muy estirada. No recordaba que ni una sola vez hubiese tratado bien a alguien que no fuese su novio, el capitán del equipo de baloncesto, la pareja con más tópicos por metro cuadrado. Como era obvio, lo dejó en cuanto él se graduó y en el inicio del último curso empezó a salir con el nuevo capitán.

No podía decir que sus años de instituto fuesen buenos, tampoco malos. No tuvo muchos amigos, más bien, tenía personas con las que hablaba, pero nadie al que pudiese contarle todo. Aunque, no importaba lo invisible que fueses, la delegada intentaba hacer rabiar a todo el mundo. Por supuesto, aunque lo desease, nunca le contestaba, porque eso era lo que ella esperaba, pero se notaba demasiado lo mucho que eso le causaba molestia a su delegada, ya que hacía cualquier cosa por sacarla de quicio. Por mucho que ella lo intentaba, cuando la pillaban, solo la avisaban y regañaban, pero nunca la castigaban o amonestaban por escrito.

A sus treinta años, era dueña de la mejor floristería del centro y había podido comprarse un piso justo en el mismo edificio en el que tenía su negocio. Así era imposible que llegase tarde a trabajar. Le iba muy bien en su trabajo, no era rica, pero tenía una vida cómoda.

¿Por qué no se esperaba esa carta? Aparte de porque no había pasado el tiempo como para hacer ese tipo de reunión, en la invitación ponía que debía ir con pareja y la asistencia era obligatoria.  No tenía ningún problema con ir, pero no tenía ninguna pareja y nadie a quien pedirle el favor.

Lo bueno era que la reunión estaba prevista para dentro de dos semanas, lo cual le daba tiempo para que alguien fuese con ella. Era muy obvio que la molestarían, siempre lo habían hecho, eso no sería distinto.

 

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Durante todo el día, estuvo pensando en esa reunión, algunos de sus clientes tuvieron que sacarla de su ensoñación para que los atendiese. En realidad, aquello sí que la había trastocado un poco, no esperaba que de buena mañana se enterase de aquello. En esos momentos, la mujer que le había mandado esa invitación, era prometida de un famoso jugador de baloncesto. Era muy posible que lo que quisiese fuese alardear de su maravillosa y feliz vida, lo cual denotaba la persona necesitada de atención que en realidad era.

Durante el tiempo que estuvo aquella noche en casa, pensó en todo lo que tenía que preparar esa noche y en todo lo que tenía que hacer al día siguiente. La recepción de una boda era demasiado, pero no era nada que no pudiese hacer sola, la mayoría de las cosas podría prepararla y luego solo montarlas allí. Los centros de mesa, el ramo de la novia, las flores del pasillo y los adornos colgantes podría montarlos allí, pero allí tendría que hacer el arco de flores del altar, el cual era enorme. La novia se había vuelto loca pidiéndole cosas, solo le había faltado pedirle collares caribeños, porque incluso quería una corona de flores como adorno para el peinado.

Cuando terminó de cenar, bajó de nuevo a la floristería y continuó preparando los centros de mesa, tenía casi todo lo demás listo. Tenía que descansar, porque al día siguiente todo sería demasiado cansado. No le importaba tener que hacerlo todo sola, alguna vez había contratado a alguien, pero nadie lo hacía con tanto cuidado como ella, algo que era obvio.

 

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Aquella mañana cuando sonó el despertador, no tenía ni siquiera ganas de levantarse. Había dormido como unas cuatro horas, había desayunado con los ojos pegados. Antes de salir de la casa, se había lavado el rostro y se había vestido bien, con unos vaqueros negros y una blusa, habitualmente, cuando iba a preparar algún evento siempre se arreglaba un poco, para poder dar profesionalidad a su trabajo. Eso era algo que ella había aprendido con el tiempo, ya que los clientes lo agradecían más. Se había recogido su pelo castaño en una coleta y había aplicado espuma de peinado para que no hubiese ni un pelo fuera de su sitio.

Para todas esas bodas tan elitistas la imagen era lo más importante, si no la tenías no había la posibilidad de que recomendaran sus servicios o incluso no la llamaban si organizaban algún otro evento. El 80% de sus clientes la recomendaban y volvían a contratar para otro evento por pequeño que este fuese, el resto solo eran personas que por alguna razón no habían quedado satisfechos con su trabajo. No le molestaba, era normal que no todo el mundo quedase conforme con su trabajo, entre otras cosas, porque a veces los clientes no eran claros con lo que querían o no les gustaba como había quedado finalmente su idea. Era obvio que no todo el mundo tenía los mismos gustos, o ni siquiera se acordaban de lo que habían pedido, lo cual le había pasado más de una vez y no serían las únicas.

Cuando estuvo lista, bajó a la floristería y, dado que no había tiempo que perder, comenzó a cargar la furgoneta con todas las flores para el arco del altar y con todos los adornos. Los últimos adornos, eran el ramo y la corona de flores, los cuales tuvo que colocar en el asiento del copiloto. Con la finalidad de que no se cayese todo, iba conduciendo a una velocidad un poco por debajo de la indicada, daba gracias de que para la boda aún faltaban cuatro horas, así le daba tiempo a preparar todo.

Esperaba al menos que nadie la entretuviese y no tuviera que tardar demasiado en hacer todo el trabajo. Esperaba al menos llegar para abrir la floristería unas horas. Los sábados eran los días más movidos, pero luego descansaba todo el domingo. No era demasiado, pero lo importante era que lo tenía y que durante todo ese día no hacía nada, bastante ajetreo tenía durante el resto de la semana.

Al llegar al lugar, era un gran caserón, los jardines eran grandes y hermosos. Estaban preparando las sillas frente al altar, las mesas para la celebración también estaban siendo preparadas, por lo que lo único con lo que podía empezar era por el arco. Le parecía perfecto, porque era lo que más tiempo le llevaría hacer. Empezó a descargar las cubetas, su trabajo era rápido, pero se aseguraba de que todo estuviera bien atado para que no se soltase bajo ninguna circunstancia. Una vez que había terminado de colocar todas las flores, roció un spray con agua que hacía simular el roció en las flores.

¿Ha llegado ya la florista? Preguntó una voz a espaldas de ella.

Reconocería esa voz chillona allá donde la escuchase, no le hacía falta ni siquiera darse la vuelta.

Si, está allí. se escuchó al organizador de la boda.

El organizador, era con quien ella había hablado en todo momento y ahora había comprendido por qué. Si hubiese sabido que era ella, ni siquiera se habría planteado realizar los arreglos y, por supuesto, se habría excusado para no tener que estar ahí en ese momento.

Liv querida y vieja amiga. la voz se escuchaba aún más cerca.

Margaret, qué alegría verte. comentó después de darse la vuelta para quedar de cara a la fémina.

La compañera que había tenido en el instituto se encontraba frente a ella con los rulos puestos y una bata blanca que tenía escrito «novia». Estaba igual que siempre, físicamente hablando, pero por su expresión facial de falsa felicidad ante el reencuentro, daba por hecho que su comportamiento era el mismo que el de hace doce años. Una pena que no hubiese cambiado nada en todos esos años.

Me encanta como ha quedado el arco, eres toda una profesional. Liv abrió los ojos de sorpresa, ya que la había abrazado.

Gracias contestó la joven, correspondiendo al abrazo de forma forzada. 

¿Qué te queda por hacer? Pregunta después de separarse y clavar los ojos en ella.

Solo colocar los adornos de las mesas, los arreglos del camino del altar y entregarte el ramo y la corona de flores. su tono era profesional, por lo que no había nada de amistad en ello.

Muchísimas gracias, ¿podrías darme ya el ramo y la corona? Preguntó con ansia y falta de entusiasmo.

Claro, sígueme.

Liv solo intentaba ser agradable con ella, pero le estaba costando demasiado. Tenía delante de ella a la persona que la había torturado durante años en el instituto y lo peor era que, encima, tenía que ser agradable porque era una clienta. Era posible que aquella boda tuviese un gran reportaje en las revistas y con suerte sería publicidad gratis y eso le vendría bien al negocio. Por mucho que a ella le fastidiase aquello era una muy buena publicidad y un buen reclamo para su negocio, ella ya era reconocida, pero así lo podría ser un poquito más.

Comenzaron a caminar juntas hacia la furgoneta y durante el paseo ambas iban calladas y Liv dándose cuenta de que podría continuar su trabajo, estaba claro que podría realizar su trabajo siempre y cuando Margaret le dejase continuar con el lo más pronto posible. Al llegar a la furgoneta, abrió la puerta del copiloto, en la cual se encontraban tanto el ramo como la corona. Liv sacó con mucho cuidado la corona de rosas y se la extendió para que la tomase.

Liv era justo lo que quería, es preciosa. Pronunció con verdadera sorpresa y fascinación. 

Parecía realmente contenta con la corona, por lo que Liv volvió a darse la vuelta. Con mucho cuidado sacó el ramo, el cual, tal cual había pedido la muchacha, caía en cascada y alternaba varios tipos de colores de rosas. Le había costado demasiado conseguir las azules, pero se lo iban a pagar muy bien.

Que hermoso Dijo en el mismo tono que las palabras anteriores, no me lo imaginaba así.

Parecía estar como debía de estar una novia que estaba a horas de casarse, casi le dieron ganas de pellizcarse para saber si era un sueño o estaba viendo un espejismo, porque realmente era algo insólito para ella ese comportamiento. Margaret llamó a su asistente, por lo que ella aprovechó para cerrar la puerta del copiloto y se fue a la trasera para sacar la caja con los arreglos para el camino hacia el altar. Cuando cerró la puerta después de tener la caja sostenida en una mano, se dio cuenta de que el organizador llevaba la corona y el ramo, y que ella seguía allí.

Después del evento podrás guardar ambas cosas si quieres, las rocié con un producto especial con el que se quedaran siempre tal cual están ahora. comentó no entendiendo qué hacía ahí y pensando que quizás era que necesitaba más información.  

Es todo un detalle, Liv contestó en ese tono falso de nuevo. Dime, ¿te llegó la invitación a la reunión?

Si, la recibí hace un par de días.  Respondió a su ex-compañera de clase.

Espero que tengas quien te acompañe. Pronunció de forma maliciosa queriendo obtener información, era todo lo que deseaba.

Claro que tengo quien me acompañe. La contestación sonó dubitativa.

¿Estás segura? Preguntó intentando sacarla de quicio.

¿Cómo no iba a estar segura de sí tengo o no tengo pareja? Pregunta la muchacha riéndose.

No has sonado muy convencida por eso te pregunto contesta Margaret Pues dentro de dos semanas podéis venir ambos para cenar y así lo conozco antes de la reunión. La sonrisa de su ex-compañera era una bastante maliciosa. 

Claro, toma mi tarjeta dice segura de sí misma mientras que se la entrega, ahí puedes llamar y me dices la dirección y el día. 

Te llamaré el tomo de su ex-compañera seguía sonando malicioso. Tengo que ir a terminar de arreglarme, el organizador te dará el cheque con el resto del pago en cuanto termines y él dé el visto bueno  se notaba que estaba usando un tono mandón. Te llamaré.

Nada más decir aquello se marchó, lo cual le dio libertad para poder terminar su trabajo sin que nadie la molestase y, dado que solo tenía que colocar, tardó solo media hora y en cuanto el organizador le dio el visto bueno y le dio el cheque, se marchó de allí sin mirar atrás.

 

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Durante esas dos semanas, había tenido muchas citas, pero ninguno de los hombres accedió a lo que ella estaba pidiendo, que era fingir ser una pareja. Aquello iba de mal en peor, ya que hacía unos días Margaret le había llamado y comunicado que ese domingo fuese a casa a cenar con su pareja. ¿Problema? Estaba a sábado y aún no tenía a nadie, al comentar aquella situación con una amiga que estudió con ella en la universidad, le dijo de broma que al final tendría que contratar a un acompañante. Siendo sincera con ella misma, se lo estaba planteando de forma real. Incluso planeaba en una pequeña parte de su cabeza la historia de amor que contarían.

Continuará…