viernes, 4 de agosto de 2023

Serendipity

Después de irse de aquella barbacoa con la familia de él y de ver todas las expresiones falsas y muecas de asco de Margaret, se dio cuenta, no solo de que seguía siendo la de siempre, sino que celaba a su hermanastro y que, el que ella estuviera saliendo con él, no era para nada de su agrado.

Mientras que volvían, habían estado hablando sobre lo ocurrido, pero ella no le había mencionado los gestos que había visto en su hermanastra, porque no quería echar más leña al fuego. Él la dejó frente a la puerta de la floristería y se despidieron antes de que ella saliera del coche, esperó a que ella entrara en el portal y después se marchó a casa.

 

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Los días de esa semana se fueron sucediendo, cada uno trabajando y quedaron un par de veces. Una de esas veces, fue cuando se enteró de que su madrastra, la madre de Margaret, le había hablado al joven y le había dicho, muy despectivamente, que Liv era una cualquiera que solo iba a por su dinero y que él merecía a una mujer a su altura, del estilo del Margaret.

Cuando le dijo aquello ambos empezaron a reír, pero algo hizo clic en su cabeza. Era por eso que Margaret había puesto esa expresión de asco después de que ella contara la historia de como se conocieron. Por un momento, pensó algo, pero tenía que ser imposible, porque ella tenía su marido con el que se había casado hace poco y no podía estar celosa de que ambos estuvieran juntos.

El día de la fiesta llegó, ella ya se había arreglado y estaba esperando a que Adriel llegara para bajar, pero cuando estaba por preguntarle cuanto le quedaba, él la llamó y le dijo que subiría a su casa a cambiarse que acababa de salir del trabajo.

Cuando él llegó ella le abrió e iba tan centrado en ir al baño a cambiarse que ni la miró, solo le dijo «hola». La joven cerró la puerta y caminó al salón. Ella llevaba el pelo suelto en ondas, con un ligero maquillaje, su vestido era negro, ajustado en el pecho y suelto hasta un poco más arriba de las rodillas, con unos tacones negros no muy altos.

Escuchó la puerta del baño y el ruido de pasos acercarse al salón. Al entrar al salón iba terminando de abrocharse la camisa, cuando lo contempló estaba espectacular.

Perdona por el inconveniente, pero vendí unas acciones justo a tiempo y se me hizo… Al levantar la mirada y verla se quedó sin palabras sin saber que decir, se encontraba sencillamente hermosa. Tarde Terminó la frase susurrando lo suficientemente bajo como para que ella lo escuchase.

Se quedaron mirándose por lo que les pareció una eternidad, pero en realidad fueron unos pocos segundos, pero fueron interrumpidos por el teléfono de ella que empezó a sonar. Ella se acercó para saber quién la llamaba y al ver el nombre de Margaret, suspiró con fastidio y descolgó.

¿Diga?

Livi, ¿podéis venir a por mí? Mi marido saldrá mas tarde del entrenamiento y llegará más tarde. Explica con tono apurado, pero hasta un ciego sabría que no era para nada así.

Como estaba en altavoz, Adriel lo había escuchado, a lo cual simplemente había asentido.

Si, Adriel está terminando de vestirse y en cinco minutos salimos hacía allí.

Gracias Livi.

Sin darle opción a contestar colgó, lo cual la dejó un poco descolocada. Al alzar la vista Adriel al verla no pudo nada más que reírse porque se veía realmente graciosa y tierna con esa bonita expresión.

Ni despedirse te ha dejado El joven intentaba contener la risa mientras que se terminaba de colocar bien la camisa, ya que no llevaría corbata. Si ya estás ya podemos irnos.

Si, yo ya estoy Contestó cuando salió del Shock mientras que sonreía, porque aún se escuchaba esa risilla. No te rías que durante el viaje tenemos que soportarla.

Por un momento, los dos se quedaron serios y comenzaron a reír. Salieron de casa y, después de cerrar la puerta con llave, empezaron a hacer el trayecto hasta el coche que estaba aparcado algo lejos.

Tengo que darte la copia de la llave del garaje. Dijo sin pensar.

Al decirlo se quedó un poco sorprendida, ya que lo había dicho sin pensar en la realidad. Ellos se suponía que solo mantendrían esa farsa un tiempo más y tendrían una «ruptura» fingida. Era por ello que se había sorprendido, porque técnicamente después de esa noche no tenían que verse más, su lengua le había traicionado al decir eso. Él por su parte no se esperaba tampoco eso, ya que no era lo que habían acordado, al mirarla sabía que ella se había dado cuenta y parecía no querer que ella comentara nada al respecto, pero había algo que le pinchaba en la boca del estómago.

Como todo un caballero, le abrió la puerta del coche para que ella pudiera sentarse cómodamente y, después de cerrar la puerta, fue hacia su lado.

El viaje hasta casa de Margaret era largo, no tan largo como a la casa de verano de sus padres, pero media hora de camino se les iba. Iban con la música puesta, aunque pudiera parecerlo, la situación no era nada incómoda. La música era la favorita de los dos.

Él la escucha canturrear y hacía que su corazón se sintiera reconfortado. Era una sensación extraña, de esas que no se sienten con una persona ordinaria, sino ese tipo de sentimiento de alguien especial.

Todos los días desde que te fuiste pienso en ti empieza a cantar. A veces como un lejano recuerdo otras como si sintiera que tus manos aun me acarician. De lunes a domingo veo que no supiste valorar el amor que te daba, que solo lo despreciaste para quedarte sin nada.

Escucharla cantar así de claro, le dio a entender lo cómoda que se sentía con él, se notaba que estaba como abstraída cantando. No cantaba de ninguna manera en especial, ni despechada ni nada, eso significaba dos cosas o nunca le habían roto el corazón o lo que hubiera pasado ya lo había superado.

De nuevo ahí estaba ese pinchazo en la boca del estómago.

Durante el resto del camino siguieron solo escuchando música, la atmosfera que se habría creado en el coche era casi mágica. Al llegar a casa de Margaret, ya los estaba esperando fuera, por lo que se estacionó para que pudiera subirse mejor. Ella abrió la puerta del asiento en la que estaba sentada la joven y la miró.

Cámbiate de lado, ese es mi sitio. Pronunció como si fuera algo obvio. Venga que llegaremos tarde.

No me voy a levantar. Contestó Liv tranquila, pero vio la expresión y supo que venía drama.

Hermano, dile que se quite que sabes que ese es mi sitio. Pronuncia en un tono infantil y chillón impropio de una mujer como ella.

Margaret, no se va a mover, ese sitio es suyo ahora y siempre, así que sube atrás. Mientras que decía eso había tomado la mano de Liv, apretándola contra la suya, lo cual hizo que Margaret cerrase fuerte la puerta y se subiese detrás bastante molesta por lo que su hermano le había dicho.

Durante el resto del trayecto, todo estaba en silencio. Tuvieron que apagar la música porque la muy caprichosa no había dejado de molestar hasta que no lo habían apagado, como si fuera una venganza por no dejarla ir delante como ella quería. Por supuesto no dejaba de nota como golpeaba su asiento para que se sintiera incómoda, pero ella hacía como que le daba igual. Liv puso una mano en el muslo de Adriel y pudo sentir el aura de molestia reinante en el coche, pero disfrutaba sacándola de quicio con algo tan simple como ese gesto de cariño.

¿Cuándo pensáis tener hijos? Se te va a pasar el arroz. El tono usado por Margaret había sido sumamente despectivo.

Aunque iba a costar, decidió no contestarle como realmente quería hacerlo.

Cuando lleguen serán bienvenidos, ¿verdad mi amor? El tono de Adriel hacia ella hizo que su corazón volara.

Antes tenéis que casaros – de nuevo había soltado veneno por la boca.

Verdad, para tener hijos no hace falta que uno se case. El matrimonio no es solo un papel legal, es algo espiritual.

Voy a vomitar si sigues diciendo cosas tan cursis.

Como en todos los comentarios que había dicho el veneno salía en cada una de las palabras expresadas. Pronto ya estuvieron cerca de donde se celebraba el evento, por petición de ella la dejaron en la puerta y ellos fueron a estacionar el coche.

Al hacerlo, se bajaron, el se colocó la chaqueta de su traje y se reunieron en la parte delantera del coche. Él la tomó de la mano entrelazando sus dedos y sonriéndole. Todavía no se había acostumbrado a todas las reacciones que tenía su cuerpo cuando sus pieles se rozaban, cuando sus ojos conectaban o cuando hablaba, aun le producía un ligero temblor de pierna. La realidad era que nunca se acostumbraría a ello, parecía ser su Kryptonita.

Comenzaron a caminar hacia la entrada. No había mucha gente fuera del lugar, pero los que estaban no habían dejado de mirarlos. Las caras de todas esas personas eran reconocibles para ella. Al enseñar su invitación los dejaron pasar a los dos y al ingresar sintió muchas miradas sobre ella, pero todas ellas se le olvidaron cuando el joven dio un ligero apretón a su mano.

Nadie se les acercaba y ella tampoco se iba a acercar a nadie. Los conocía de vista nada mas y se notaba que Margaret estaba hablando de ellos con sus amigas, ya que a cada rato los miraban, cosa de la que Adriel se había dado cuenta, pero no había comentado nada, pese a que se había dado cuenta de que ella lo había notado también.

Cuando llegó Derek, el marido de Margaret se acercó a ellos para saludarlos y preguntarles si la habían visto porque él no la encontraba. Cuando le dijeron donde podía encontrarla, el hombre se marchó después de despedirse de ellos y decirles que se lo pasaran bien.

Vamos a bailar. Pronunció Adriel.

Vamos Contestó la joven no muy convencida, ya que ella no era muy de bailar, pero a él se le veía con tanta confianza que no lo había dudado ni un segundo.

A ella no se le daba demasiado bien bailar, pero intentaba seguirle a él el ritmo y realmente se estaba divirtiendo mucho. Ambos se reían y disfrutaban de los pasos y de la compañía del contrario. La siguiente canción que pusieron, era una canción lenta. Al escucharla ambos se sonrieron y, mientras lo hacían, iban acortando la distancia entre ellos.

Liv llevó sus manos hacia su nuca, mientras a su vez, Adriel posicionaba sus manos en la cadera de ella. Una vez así, comenzaron a balancearse en armonía, sus ojos no se apartaban de los del contrario y había una maravillosa conexión entre ellos. La distancia entre ellos se fue acortando, hasta que sintieron los labios del otro presionando los suyos, empezando a darse pequeños besitos.

Cuando se separaron, ella se apoyó en su pecho, sintiéndose en total sintonía con él, sentimiento que compartía con Adriel, parecían dos almas bailando al unísono. Todo lo que estaba a su alrededor había dejado de estar ahí, al menos hasta que alguien chocó con ellos e hizo que Liv cayera al suelo.

Lo siento mucho. Era una de las amigas de Margaret bailando con su pareja.

No pasa nada estoy bien – contestó mientras que Adriel la ayudaba a levantarse y tenía una ligera molestia en el pie.

Después de eso caminaron hacia una de las mesas y se sentaron, para que el pudiera revisar su tobillo y pasado el rato no se le había hinchado y el dolor se le había pasado. Aun así, decidieron que era hora de irse, porque si se quedaban ese no sería el único incidente de la noche.

Después de despedirse de Margaret y de Derek, salieron del recinto tomados de la mano y camino al coche. Ella no sentía ningún dolor o molestia, así que caminaba perfectamente.

Pese a volver a ir con música, el trayecto se le había hecho demasiado corto. Adriel aparcó, ya que tenía que subir a recoger la ropa que llevaba cuando había llegado a la casa antes de irse, por lo que ambos bajaron e hicieron el camino. Iban sorprendentemente callados, pero poco podían decirse, salvo que había sido una maravillosa noche para los dos, pero ¿estaba bien sentir eso? Aquello era un trato por parte de los dos.

El muchacho recogió todo, mientras que ella se quitaba la chaqueta y los zapatos.

Ya tengo todo El tono había sido pesaroso. Adiós Liv.

Adiós Adriel.

Lo acompaño a la puerta y lo vio recorrer el pasillo. Sus miradas se cruzaron una vez mas antes de empezar a bajar las escaleras y, cuando escuchó los pasos descendiéndolas, la cerró sintiendo un ligero peso en su pecho.

Continuara…

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