viernes, 26 de julio de 2024

Serendipity

Los días se sucedieron, seguían pasando juntos muchos de ellos, a no ser que tuvieran que hacer algo demasiado importante. No habían hablado del beso que Alina le había dado aquella noche, mas que nada porque Adriel no quería incomodarla de ninguna manera. Ya podía ver el sonrojo cada vez que lo miraba y se acordaba de aquello, se notaba que lo hacía porque cuando lo miraba sin acordarse se encontraba normal. Aquello le hacía recordar cuando iba a recoger a su hermanastra al instituto y la pillaba mirándolo.

Aquellos días habían sido difíciles para su hija, ya que ella había tenido que irse fuera por trabajo y no habían podido verla desde entonces. Lo único que mantenía a su hija esperanzada era que ella le había prometido llevarle un regalo de su viaje y pensaba mucho en que sería, se lo comentaba varías veces al día, fantaseando con que podía ser y hablaba de ello hasta quedarse dormida. Eso le parecía entrañable de alguna forma porque ella estaba impaciente por saber que era, casi se imaginaba como le iba a hacer más caso al regalo que ha Alina cuando esta llegase.

Adina había sufrido mucho durante ese último año y pico, el tiempo que pasaba junto a Alina ella sonreía con felicidad. Todo era mejor para ellos mientras que estaban con ella, aunque su hija era muy compresiva con la situación.

 

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Alina había vuelto a la ciudad después de unos días fuera, estaba pensando en preparar una cena rica para sus dos invitados estrella. Antes incluso de despegar le había mandando a Adriel un mensaje con la hora a la que llegaba y la hora a la que los quería en casa para poder cenar los tres juntos. Adoraba estar con ellos y los había extrañado durante esos días que no había estado con ellos. Lo que no había esperado era, a su vuelta, encontrarse con Margaret en la entrada de su floristería, de brazos cruzados y con una expresión de pocos amigos, que nunca le había dado miedo. Ya no eran niñas, los últimos años ni la había atormentado, solo la había ignorado, pero cuanto más la ignoraba más fuerte eran sus ataques.

Hola Margaret, ¿qué quieres? El tono no era ni alegre ni malintencionado, simplemente le preguntaba por educación.

Hablar con mi hermano

Me da a mí que tu hermano no quiere hablar contigo – contesta mirándola con indiferencia y ve la expresión rabiosa de su rostro.

Y, ¿qué tal si lo dejas hablar con su familia? Pregunta cínica, como si no hubiera estado en aquella encerrona disfrazada de comida que nos hicieron.

Yo no le impido hablar con vosotros. Lo estáis alejando con ese comportamiento exigente que tenéis con él miro a Margaret y alzo una ceja . ¿De verdad crees que Adriel dejó de hablar con vosotros porque sí? ¿No os dais cuenta de lo déspotas que habéis sido con el toda su vida? Bueno, toda su vida, desde que tu y tu madre llegasteis. ¿Y os extraña no saber que tiene una hija? ¿Os extraña no conocerla? Mírate, vienes a reclamarme en vez de pedirme que llame a tu hermano para disculparte por tu comportamiento, ¿piensas que así consigues algo?

Me da igual lo que tu pienses, quiero hablar con mi hermano y vamos a hablar con él quieras tu o no. Su tono era demasiado amenazante, pero no me daba miedo, pese a ser el mismo tono que utilizaba cuando me acosaba en el instituto.

No es que yo quiera o no, es que el no quiere hablar con vosotros – sonrió a Margaret. Mucha suerte.

 

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Desde que había llegado a casa había podido hacer bastantes cosas. Había hecho un poco de limpieza antes incluso de llegar y darse una ducha que era lo que deseaba, pero si después de la limpieza tendría que darse otra, para eso esperaba y se daba solo una. Una vez que ya se había dado su merecido baño, había colocado sobre su cuerpo unos vaqueros negros ajustados y una sudadera de color rojo, no llevaba estampado era sencilla con capucha y bolsillo central. Después de ponerse las deportivas, había tomado su monedero, el móvil y las llaves de la casa para poder ir a comprar las cosas para preparar la cena, lo que no se esperaba era que al bajar Adriel y la pequeña estaban en la puerta tocando a su portero. 

La sonrisa se alojó en el rostro de Alina, cuando abrió la puerta la pequeña dio un pequeño grito estirando los brazos hacia ella.

 ¡Mami! Aún la sorprendía cuando la pequeña la llamaba así, lo hacía a veces.

Hola cariño la tomó en brazos dejando que la pequeña la abrace y abrazándola luego ella con uno de sus brazos mientras con el otro la sostenía. Hola Adriel.

Hola Alina, la pequeña estaba muy ansiosa por venir. Comentó mientras que se reía ligeramente.

Eso solo quiere decir que esta noche cocinamos juntos. Iba al supermercado, ¿queréis venir?

¡Si!

La pequeña Adina estaba emocionada, no solo porque ella había vuelto sino porque estaba con ella y con su padre. Ciertamente, cuando estaban juntos parecían una familia, una familia muy feliz. La pequeña no consintió que la dejara en el suelo, por lo que la llevaba en brazos mientras que caminaba junto a Adriel, el cual había pasado el brazo por su hombro, mientras que ella había pasado su brazo libre por su cintura. No sabía como explicarlo, pero sentía esa postura como algo natural en ellos.

El supermercado estaba cerca, por lo que no tardaron mucho en llegar, tomaron un carrito en el que sentaron a la pequeña y conforme iban avanzando ella tomaba cosas para la cena y algunas para ella que le hacían falta, no iba a tomar muchas cosas porque luego había que llevarlas a casa en las bolsas.

Unas sirenas de bomberos se escucharon, no era raro a veces pasaba por lo que siguieron comprando. Cuando ya lo tenían todo, fueron a la caja que estaba vacía por lo que los atendieron enseguida. Había mucho ruido fuera, muchos cuchicheos, pero siguieron introduciendo la compra en las bolsas que fueron como cuatro. Al salir pudieron comprender los cuchicheos dos edificios mas allá se estaba quemando el edificio de ella. El alma se le cayó a los pies, el estaba igual de sorprendido que ella.

Se hicieron paso entre la multitud y todos los vecinos estaban sacando los coches del garaje, habían extinguido el fuego, pero desde ahí se podía ver la tienda y su casa completamente calcinadas. Cuando habló con los agentes los dejaron pasar, pero Adriel se quedó a una distancia segura con la pequeña y uno de los agentes la ayudó tanto a sacar el coche como la furgoneta del reparto, ya que llevaba las llaves de ambas en el llavero junto a las llaves de la casa.

Después de aparcar le informaron de todo lo que había pasado y de que nadie había salido herido, le preguntaron que donde se encontraba durante el suceso y varias preguntas rutinarias. Ella proporcionó toda la información que le pidieron sin ningún problema y dio su consentimiento para que pudieran estudiar e investigar todo lo que necesitaran. Dio un número de contacto y después miró como a unos metros se encontraban Adriel y Adina aun esperándola.

Continuara...

Cuando el agente le dijo que podía retirarse, ella se acercó a las dos personas que estaban esperándola y tomó las bolsas. Sonrió a ambos, aunque en ese momento se encontraba de todo menos feliz, pero ellos eran el bálsamo que ella necesitaba en esos momentos. Sin necesidad de decir nada, él la guio hasta el coche mientras que sostenía en uno de sus brazos a su hija y con el otro la ayudaba a llevar para de la compra. El abrió el coche y pudieron meter las cosas en el maletero.

En esos momentos hasta la pequeña iba callada y no decía ni una palabra mientras que abraza a su papa y miraba a Alina con sus grandes ojitos inocentes.

Adriel… pese a que ella había empezado a hablar él no la dejó y la interrumpió antes de que terminara de hablar.

No tienes que preocuparte, puedes quedarte en casa todo el tiempo que necesites el tono utilizado, era tranquilizador, pero aun así era difícil poder pensar en algo en esos momentos.

Gracias, ¿puedo llevarme a Adina de compras y así poder comprarle cositas para compensar que no tiene regalito?

Claro, así tenéis una pequeña tarde de chicas. Mientras yo prepararé la habitación para que puedas dormir cómoda esa sonrisa por parte de el mientras le entregaba a la pequeña la había sentir bien, aliviada y le daba la extraña esperanza de que todo iba a salir bien. Nos vemos en casa.

No vayas a ponerte a cocinar sin nosotras.

Se notaba que el se encontraba realmente preocupado por lo que estaba ocurriendo, pero no estaba en contra de que su hija y Alina pasaran algo de tiempo juntas. Eso las hacía felices a ambas y él sabía que la pequeña iba a estar bien cuidada.

La pequeña le dio un besito a su papá, momento que fue aprovechado por Alina para besar la mejilla de Adriel, como un pequeño agradecimiento, pero, ¿qué había que agradecer? Aparentemente el no había hecho nada, pero solo con el hecho de haber estado ahí para ella en ese momento tan difícil en el que lo había perdido todo. No hacía que la apoyara en nada más, solo había estado ahí, no había necesidad de que le proporcionase un lugar en el que quedarse, pero aun así lo había hecho y se notaba que le había salido del corazón.

 

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La pequeña y Alina habían pasado una tarde magnifica. Adina era una niña muy especial. Había comprado algunos juguetes para ella y la pequeña se había encaprichado de unas camisetas que ponían “Papá” “Mamá” “Su princesa”. Así que para cumplirle el gusto había comprado el conjunto de las tres camisetas, porque quería que ese fuera su regalo. Ella había comprado algunas cosas de ropa, no demasiadas cosas, pero si cosas que necesitaba, por suerte su ropa de verano y alguna de su ropa de invierno estaba en el trastero, pero no la habían dejado tomar nada, lo cual significaba que había tenido que comprarse algunas prendas de ropa para poder sobrevivir unos días hasta saber si le iban a dejar entrar, pero mientras tenía que esperar.

Mientras caminaban por la calle para ir al portal, la pequeña iba delante de ella caminando y ella iba detrás cargando bolsas. Cuando se paró en el portal dejó en el suelo algunas de las bolsas, para poder tocar el timbre del portero y que así Adriel pudiera abrirle la puerta del portal. Después de hacer el típico intercambio de palabras que requería esa situación, caminaron hacia el ascensor y nada mas tocar el botón las puertas se abrieron dejándoles paso.

La pequeña estaba tremendamente ansiosa por ver la reacción de su papa al ver las camisetas e iba contándoselo a Alina muy emocionada. Esa pequeña era un sol y era tremendamente tierna.

Ya no digas nada cariño, que ahora papá podría escucharte y así ya no se va a llevar una sorpresa por su regalo.

Ella se tapa sus labiecitos con sus manitas mientras que se ríe. Cuando se abre el ascensor él estaba ahí y tomó todas las bolsas que ella llevaba mientras que las saludaba a las dos con una sonrisa.

No he podido resistirme y he preparado la cena, mañana ya la preparamos todos juntos comentó mientras que caminaba con las bolsas.

Alina no dijo nada porque era obvio que habían tardado demasiado y a eso se debía que hubiese preparado él la cena en vez de esperarlas. Al pasar por el umbral de la puerta, al ser ella la última en entrar cerró la puerta y pudo ver y escuchar como Adina llamaba a su papá para que pudiera ver los juguetes que le había comprado Alina. La pequeña era demasiado tierna.

¿Pedo (puedo) ya? Ella asiente a la pequeña y esta sale corriendo hacia la bolsa en la que están las camisetas. Toma papi, la tuya es la pimera (primera).

Ella estaba ansiosa por la reacción de su padre hacia el regalo, pero cuando vio la expresión de el al abrirlo ella se emocionó sabiendo que le había encantado.

Ha pada (para) mami y pada mi tamben (también).

Nos las pondremos en nuestro próximo paseo juntos ella empezó a dar saltitos con una gran felicidad y ambos adultos se miraron con una sonrisa en el rostro. 

 

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Alina se encontraba en el balcón mientras que Adriel había ido a acostar a la pequeña que se había quedado dormida en el sofá mientras que veían una película para niños, la cual ellos también habían disfrutado mucho y parecían una familia mientras que la estaban viendo. Cuando dejó a la pequeña volvió, no supo cuando, solo que lo sintió a su lado. Se miraron a los ojos durante incontables minutos, hasta que escucharon los fuegos artificiales. Mirando al frente viéndolos junto al otro y se sentía especial verlo el uno con el otro.

Continuara...

Ilustración de «Serendipity» realizada por Jesús Vetia

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