viernes, 7 de enero de 2022

Hemeroteca del miedo 3: ¡Ho, ho, ho!

Ya llegó ese periplo del año donde todo a nuestro alrededor rezuma unión y felicidad; un tiempo para compartir con los seres queridos la llama de la alegría que se aviva en nuestros corazones. Para los niños, y no tan niños, de la casa llega el momento de recibir con los brazos abiertos sus regalos por parte del embajador por excelencia de la Navidad, Santa Claus. Pero debéis saber que, bajo el edulcorado halito del espíritu navideño, el mal nunca descansa; algo que el séptimo arte ha puesto de manifiesto en películas como Krampus o Black Christmas, aunque a veces, y por desgracia, la realidad supera a la ficción.

Imaginad a una niña de ocho años que corre rauda como una liebre hacia la entrada de su casa cuando escucha el sonido del timbre. Es Nochebuena y se encuentra muy entusiasmada porque Santa Claus pronto habría de llegar cargado de juguetes, ¿acaso será él quien aguarda tras el umbral de su hogar? La respuesta no se hace esperar. Al abrir la puerta, tal y como deseaba, descubre que el visitante es el bonachón de sempiterna sonrisa circundada por su barba blanca, ataviado con su distintivo traje rojo y cargado con un saco sobre sus hombros presumiblemente lleno de juguetes. La niña, henchida de felicidad, trata de echarse en sus brazos, sin advertir que el hombre de Laponia porta en una de sus manos enguantadas una pistola automática de nueve milímetros. Santa Claus dispara directamente en aquella carita angelical que cae al suelo dejando tras de sí una nube de gotas de sangre. Acto seguido el individuo se arrodilla en el pasillo de la entrada y deposita, junto al cuerpo desfallecido de la pequeña, su saco del que extrae un lanzallamas. Después se dirige al salón y comienza a disparar a todos los presentes, veinticinco personas en total, con una mano, mientras con la otra prende fuego a la casa con el lanzallamas.

Este suceso que podría pasar por un pasaje de la saga de películas Silent Night, Deadly Night sucedió realmente el 24 de diciembre de 2008 en Covina, una población en los suburbios de Los Ángeles, tal y como narraron las distintas agencias de información. Si rastreáis por las redes aún podéis encontrar enlaces de la noticia de esa época en las ediciones digitales de El País, ABC, El Mundo… etc. Por cierto, la niña que recibió el primer impacto de bala en su rostro, Katrina Yuzefpolsky, milagrosamente sobrevivió a la matanza.

Desde luego, no fue Santa Claus el encargado de perpetrar la masacre que dejó un reguero de nueve cadáveres, sino una persona de carne y hueso llamada Bruce Jeffrey Pardo. Este ex ingeniero de software del Jet Propulsion Laboratory (un centro que construye naves espaciales no tripuladas para la NASA), decidió aquellas trágicas navidades presentarse en casa de sus ex suegros con la intención de acabar con la vida de su ex mujer y sus familiares más allegados. Tras lograrlo resolvió quitarse la vida en casa de su hermano. Divorcio, una enfermedad mental no tratada a tiempo y un despido de su trabajo; un coctel explosivo que llevó al bautizado como Santa Claus Asesino a cometer aquel infame despropósito.

Por otro lado, qué decir de los pintorescos mercadillos que ofrecen dulces, regalos y figurillas navideñas. De entre todas las ciudades del mundo en las que podemos deleitarnos con semejantes tradiciones centenarias, Berlín cobra especial importancia. Se dice que la capital alemana cuenta con más de cincuenta mercadillos de los 50.000 que emergen como champiñones tras la lluvia en estas festividades. En todos ellos se pueden degustar salchichas, como no podía ser de otra manera, o los vistosos corazones de pan de jengibre Lebkuchenherzen acompañados con un extra de ron, amaretto o cualquier otro licor dulce. Fue en las navidades de hace una década cuando los singulares zocos de la capital alemana recibieron la visita de otro pintoresco Santa Claus, que en aquella ocasión cambió la pistola y el lanzallamas por una forma más sutil de matar, el veneno. «Un desconocido vestido de Papá Noel envenena a la gente ofreciéndole licor con 'éxtasis' en mercadillos navideños de Berlín» rezaba un titular de la edición digital de La Verdad de Murcia el 13 de diciembre de 2011. Según el artículo: «Sus primeras víctimas sucumbieron a la simpatía del envenenador el jueves pasado en un mercadillo próximo a la famosa Gedächtniskirche. El hombre, de unos 45 años, 1,80 metros de estatura, cabello rubio oscuro y cara redonda, se acercó a una pareja de jóvenes y les contó que había sido padre y que deseaba celebrarlo con media humanidad. «¿Desean brindar conmigo?», les dijo. Los dos jóvenes aceptaron la invitación y vaciaron sendas botellitas de vodka con limón. Instantes después cayeron presa de las náuseas y convulsiones, para terminar la jornada en un hospital». Según los medios de comunicación hasta ocho personas acabaron sus vacaciones en el hospital con síntomas de envenenamiento. Ningún medio avisó jamás de la captura del malvado Santa Claus.

Pero las andanzas de los asesinos navideños no se quedaron aquí, para desgracia de los asistentes a la sala de fiesta Reina, en la orilla europea del Bósforo (Turquía) donde treinta y nueve personas perdieron la vida a manos de un terrorista disfrazado de Santa Claus que portaba un arma automática.

Sí, como ya indiqué unas líneas antes, la realidad supera a la ficción. En fin, amigos, cuando en Noche Buena brindéis frente a un árbol colmado de guirnaldas o espumillones junto con vuestra familia no perdáis de vista vuestra chimenea. Puede ser Papá Noel quien baje por ella para daros vuestros regalos, pero también uno de sus gemelos malvados encarnados en la figura del temible Krampus quien quiera cobrarse vuestra alma como presente. ¡Ho, ho, ho! 

Postdata: Lo sé, no tenéis chimenea. Como tampoco la tenía el restaurante KFC de Derbyshire, en Inglaterra, las navidades de 2015. Pero el local sí contaba con un ventanal por el que se coló un hombre disfrazado de Santa Claus que amenazó a los empleados con un cuchillo y se fue con una cantidad indeterminada de dinero de la caja fuerte en un asalto.

Fuentes: lavanguardia.com, criminalia.es, eltiempo.com
Fotos:  salondelmal.com, thesnootyushers.files.wordpress.com

Artículo escrito por Pablo C. Millán.

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