Buenas Amantes de la Lectura,
¡Pues sí, bendito transporte público! Os preguntaréis el porqué de esta afirmación, y es muy sencillo. Hace unos días que finalizó la relación con mi trabajo debido a un cambio laboral. En los últimos tres lustros, se dice pronto, el desplazamiento hasta el curro ha estado ligado al coche, pero el trabajo que comienzo en unos días me va a hacer regresar al uso del sistema de transporte público de Madrid. Estoy muy contento por ello. Ya no solo por temas de costes y de medioambiente, que también por supuesto. Es mi yo lector el que no para de celebrarlo a voz en grito. El regreso a ese tiempo muerto en tren, bus o metro, me va a permitir perderme de nuevo en mil mundos. Esos periodos de desplazamiento a mi centro de trabajo, in itinere como lo dirían los de RRHH, que en los últimos quince años ha sido tras un volante y con la música o podcast de única compañía, se va a transformar en mi inmersión en lecturas de mi pila de pendientes. Es cierto que la música seguirá conmigo, pero los capítulos de la novela en la que esté metido, el último cómic que me tenga enganchado o mis amados bolsilibros, serán mis más fieles compañeros de viaje.
Llevo bastantes años con una intermitencia en mi ritmo lector, con frecuentes parones lectores (más de los que preferiría sufrir), haciendo malabarismos entre mis obligaciones laborales, mis tiempos familiares y mis escapadas a los universos frikis que recargan mis baterías. Es por ello que recuperar esos espacios de hibernación de la realidad, visitando universos concebidos por mentes creativas, no hace más que instalarme una sonrisa en el rostro. Esto me ha hecho reflexionar sobre algunos recuerdos que tengo de mi pasada vida de lector de viaje. ¿Se habrá instaurado el eReader ya en el transporte o los amantes del papel aun seremos mayoría? ¿Se seguirán forrando los libros o se leerá al descubierto?
Si os he de ser sincero, soy más de libro físico que de ebook, aunque creo que voy a revisar mi kindle, batería y contenido, para que siempre me acompañe. No puedo permitir quedarme sin lectura activa, y más con el peligro que tengo en la zona que voy a trabajar: Madrid Centro. A dos pasos de todo el núcleo de las tiendas especializadas.
Respecto a lo de forrar los libros, entiendo a quienes lo hacen y el planteamiento de algunas de sus razones. Leer es un momento de disfrute personal, íntimo y privado. Es por lo que muchos lectores tapan sus lecturas. Además, que es un modo de proteger las guardas de la obra. Y es que no me gustaría recordar situaciones en las que algún viajero se ha sentido agredido ante un comentario de otra persona por una lectura, criticándola o juzgándola. La gente, aunque no es la tónica general, no debería meterse en ese momento de esparcimiento, de disfrute y que puede significar tu sonrisa del día, tu modo de evasión o tu simple placer.
Creo que regresar al transporte público va a hacer que me reconcilie con mi pila de pendientes que, últimamente, me estaba empezando a mirar mal. Estoy deseando seleccionar la lectura con la que voy a iniciar este nuevo periodo lector y me encantaría saber cómo lo estáis viviendo los lectores-viajeros de esta década. ¿Qué le diríais a un novato que regresa al maravilloso mundo de «otro capítulo más» o de «mierda, me pasé la parada»?, porque esto sigue pasando seguro. Mientras voy preparando la mochila con las primeras víctimas a desaparecer de la pila de pendientes, la sonrisa de mi yo lector seguirá iluminando mi camino.
Nos vemos en las Redes y Feliz Vuelo.
Fotos: Josema Beza
Artículo escrito por Josema Beza
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