Empiezan los sofocos, las insolaciones, los constipados absurdos gracias a los aires acondicionados a toda pastilla de los centros comerciales, y un sin fin de maravillas del caloret veraniego. ¿Dónde quedaron las estaciones intermedias, que te preparaban para lo que venía?
La elección de nuestra ropa a la hora de enfrentarnos al exterior, se ha convertido en una auténtica ruleta rusa.
Puede que muchos pensemos que ver a nuestro vecino con gafas de sol, gorra, chanclas, calcetines hasta las rodillas, bermudas con estampado playero, sudadera y jersey de cuello alto, acompañado por un paraguas, por si le da por llover fuego, sea una nueva tendencia que arrasa en alguna parte del mundo. Pero sinceramente, con estos cambios climáticos tan radicales de un día para otro, tengo claro que, si nuestro armario pudiera hablar, se cachondearía de nosotros al vernos salir por la puerta.
Ayer tenía frío, y hoy tengo calor, demasiado calor. Tanto que siento como si os escribiera desde el mismísimo infierno, acompañada del protagonista de la siguiente historia.
Hoy os traigo:
SINOPSIS:
La leña de pino arde bien, sin problemas, lo cual puede resultar problemático para Paolo Pinocchio, un incorregible muñeco de madera que miente como un bellaco y que, en su afán de gozo y libertad, va a acabar siempre en los infiernos, condenado al fuego eterno. Pero Paolo no siente el dolor, al menos en teoría.
Paolo Pinocchio es un trasunto del personaje de Collodi abandonado a su suerte en un mundo literalmente dantesco, cómico y divino por igual.
FICHA TÉCNICA:
Autor: Lucas Varela
Titulo: Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio
Editorial: LA CÚPULA
N.º de páginas: 116 páginas
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
Año de edición: 2021
Plaza de edición: ES
Fecha de lanzamiento: 21/10/2021
ISBN: 9788418809040
RESEÑA:
Olvida todo lo que Disney metió en tu inocente cabeza infantil. La historia de ese adorable niño de madera, más conocido por todos como Pinocho, está muy lejos de esta versión para adultos que hoy vengo a reseñar.
Para ponernos en situación, nos remontaremos al cuento original, y mucho menos edulcorado que escribió Carlo Collodi, allá por el 1883. El autor nos mostró a una marioneta tallada en madera, por un carpintero llamado Geppetto.
Con el transcurso del tiempo, la historia fue modificada, puesto que contenía escenas demasiado siniestras, y esto no le venía bien al autor, si pretendía abarcar a más público con su obra.
Este nuevo trabajo de Luca Varela, está mucho más cerca de esa visión siniestra de la que os hablaba, que del joven e inocente niño de madera.
La siempre acertada Ediciones La Cúpula, nos presenta en un formato de tipo novela gráfica, un trabajo más extenso de Varela, que anteriormente ya publicó con la editorial Dibbuks una primera versión. En este tomo encontraremos una trama más pulida, así como un giro de tuerca en cuanto a color. El autor ha optado por darle un aire mucho más infernal, utilizando un bitono rojizo y desenfadado que le va como anillo al dedo a la historia. Inéditos diálogos, viñetas y fondos, que como el propio Varela comenta, al ser Paolo Pinocchio su emblema de batalla, y uno de los personajes con el que mejor puede dejar volar su imaginación, este, merecía una nueva edición a su altura.
Pero hablemos de Paolo, un mentiroso muñeco sin escrúpulos, que solo mira por salvar su propio culo. Está actitud le lleva de camino al inframundo, donde será condenado y ejecutado un sin fin de veces, sin éxito alguno, ya que es un muñeco y difícilmente puede morir o sufrir al igual que los humanos.
Si pensabas que una vez allí, recapacitaría y se volvería un adorable corderillo, estás completamente errado, puesto que es en el averno donde Pinocchio despliega toda su sorprendente verborrea y arsenal de artimañas, para engañar a los guardias y escapar de nuevo.
El cómic está compuesto por cinco capítulos donde está muy presente el escenario de La Divina comedia de Dante Alighieri. El propio Dante hará un cameo, así como otros ilustres que no pasarán desapercibidos. En las páginas finales, el autor nos deleita con las variedades, caprichos, curiosidades, en definitiva, misceláneas, de las aventuras y desventuras de nuestro protagonista. Y por último pondrá el broche final, con un apartado llamado, Torrente de bromas, donde conoceremos el origen apócrifo del pequeño Paolo, o seguiremos sus consejos para saber cómo jugar con niños, o los remedios del doctor Paolo, entre otras muchas más idas de olla.
Si los textos son pura sátira, la parte gráfica tiene un aire cartoon con escenarios cavernosos, demonios y seres repugnantes, que casi nos hacen sentir como si estuviéramos paseando por cualquier cuadro de El Bosco. En esta ocasión texto e ilustración van de la mano creando un aura macabra que le da al autor su propio sello de distinción.
Este mentiroso compulsivo, astuto y egoísta personaje, termina por parecerte el más cuerdo de los mortales, pero por tu integridad física y mental, no te saldría a cuentas tenerlo como amigo.
Un cómic presentado en una preciosa edición, perfecto para los amantes del humor negro.
SOBRE EL AUTOR/ILUSTRADOR:
Lucas Varela fue diseñador gráfico en Argentina antes que cualquier otra cosa. Diseñó, por ejemplo, la revista Comiqueando, a la que llegó por casualidad pero donde poco a poco empezó a introducirse en la historieta. Mientras hacía infografías para el periódico Clarín, comenzó la publicación del fanzineKapop, una revista antológica donde se encargaba de toda la producción artística. Del submundo fanzinero de la época salió de la mano de Carlos Trillo, para el que dibujó El cuerno escarlata (2008), El síndrome Gustavino (2009) y Sasha despierta (2011), mientras realizaba trabajos propios que compiló en Estupefacto (2006) y Matabicho (2009). Desde 2012 reside en Francia, donde vieron la luz obras suyas como Paolo Pinocchio (2011), Diagnósticos (junto a Diego Agrimbau,2013) y El día más largo del futuro (2016); las dos últimas publicadas en España por Ediciones La Cúpula. Actualmente colabora con sus ilustraciones para el periódico Financial Times.
Fotos: Ediciones La Cúpula
Reseña escrita por María Pizarro
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