¡Feliz Samhain en esta semana! Que vuestras cosechas sean buenas y que este nuevo año celta os llene de abundancia. Y es que como buena bruja que soy no podía dejar escapar esta oportunidad de poner mi gratino de arena en esta semana especial de Halloween de Vuelo de cuervos.
Heme aquí, en mi cabaña del bosque, conjurando a los ancestros para traeros lo mejorcito que he podido sacar. Tras una ardua tarea recogiendo mandrágoras y aliento de dragón (sin explotación animal, eso sí) he decidido compartir con vosotros algunas recomendaciones clásicas para este Halloween.
Vivimos últimamente en un mundo que nos avasalla y que no tiene compasión alguna con los que buscamos tranquilidad y calma. El tiempo escasea como si los Hombres Grises de Ende se hubieran apoderado de nuestras vidas. Y Casiopea no parece estar por la labor de colaborar. Por ello, he decidido traeros recomendaciones literarias pero que no os conlleven demasiado tiempo leer. Así que me he decantado por los relatos, esos cuentos que en pocas palabras pueden llevarnos a sitios tan oscuros y sombríos o a lugares maravillosos a los que querer volver siempre.
No voy a haceros un análisis exhaustivo sobre calidad literaria, ni sobre los “mejores” relatos de la historia. Tampoco voy a contaros la vida de autores míticos, ni voy a hablaros de la magia que tienen las palabras de Poe (bueno, quizá eso un poco...). Simplemente, quiero compartir con vosotros algunos relatos que a mí me han marcado de alguna manera. Habrá muchos mejores, otros ya son considerados muy grandes. Pero simplemente, quiero compartirlos porque son parte de mí, ya que han marcado un poquito alguna parte de mi ser desde el momento en que sus letras se apoderaron de mi alma.
Me vais a disculpar que comience mis recomendaciones siendo muy poco original, hablando un poquito de quien para mí es sin duda alguna el rey del relato corto. Mi principal razón para empezar hablando de él es que me resulta casi imposible recomendaros solo uno de sus relatos, ya que debería recomendar su obra completa. Y es que la afilada pluma de Edgar Allan Poe tuvo el descaro de crear muchas obras maestras, como forma de su dueño de expresar todo el dolor que llevaba en su interior. He meditado largo y tendido sobre qué cuento elegir para recomendaros. Y, creedme, no ha sido tarea fácil...
Si buscan algo corto, sin duda El retrato oval te deja helado en escasas páginas. Una historia muy simple pero aterradora de un hombre herido que, refugiado en un castillo, queda atormentado por la imagen de un cuadro en su habitación que muestra el rostro de una joven. Si os apetece algo más complejo, podéis leer La máscara de la muerte roja, que siendo el contexto una pandemia podéis meteros más en el papel de Próspero. Sin duda, debería recomendar El gato negro, que creo firmemente que es mi favorito, por el hundimiento de su personaje hacia la locura y el tremendo simbolismo que tiene, a pesar de no estar hecho para amantes de los animales. Y así podría estar divagando hasta repasar toda la bibliografía del autor de El cuervo, porque de verdad que cada palabra escrita por ese hombre es magia para mí. Pero al final he conseguido decantarme por uno en concreto:
La caída de la casa de Usher, 1839:
Este relato no es de los más cortos de Poe precisamente. Pero tened por seguro que en cuanto probéis un sorbito de sus líneas no habrá fuerza terrenal capaz de hacer que paréis de leer antes del final. La primera vez que leí este relato fue para la asignatura de Literatura Norteamericana. Os juro que recuerdo cada sensación que tuve leyendo sus finas páginas en una antología con la que trabajábamos bastante en la universidad. Pero, ¿de qué trata este relato?
La caída de la casa de Usher cuenta la historia de un hombre de nombre desconocido -esto es muy habitual en la obra de Poe, un narrador en primera persona de quien sólo conocemos su visión desde dentro y de quien no solemos conocer ni su nombre- que es invitado por su buen amigo de la infancia, Roderick Usher, a acudir a la enorme casa donde vive con su hermana. Nuestro protagonista se encuentra un ambiente tétrico y desgarrador, que no deja de empeorar desde el momento en el que se adentra en el ambiente perturbador de la casa Usher.
He elegido este relato por varias razones: la primera, porque creo que tiene una de las mejores escenas de terror de la obra del autor, llevando al límite los nervios y la tensión. La segunda razón es que es un gran ejemplo de casi todos los elementos más comunes en el estilo de Poe, por lo que creo que todo aquel que quiera adentrarse en el majestuoso trabajo de este, debe conocer esta obra. Mi tercera razón es mi amor por la simbología, elemento que cubre este cuento de principio a fin, desde el título, hasta la grieta de la casa. Pero también porque hace poco leí que Netflix está produciendo una nueva adaptación de esta obra, poniéndola en manos del director Mike Flanagan (Doctor Sueño, El juego de Gerald) y a la que le tengo muchísimas ganas. Pero si sois personas ansiosas y no os gusta esperar, debéis saber que hay otra adaptación de esta obra, del año 1960, dirigida por Roger Corman y protagonizada, ni más ni menos, que por el mismísimo Vicent Price.
Y tras este pequeño homenaje a mi querido loco de Baltimore (aunque naciese en Boston, en realidad) me dispongo a ofreceros otros suculentos cuentos de los que poder disfrutar a la tenue y cálida luz de la hoguera.
El guardavías, 1866:
Aunque Charles Dickens no es tan conocido por sus relatos, siendo más conocido por ser uno de los mejores novelistas de la época victoriana, no he podido evitar traeros alguna recomendación de alguno de sus cuentos para leer al anochecer. Admito que me sorprendió mucho conocer esta faceta suya, después de leer novelas como Oliver Twist o, mi favorita del autor, Grandes esperanzas. No es de mis escritores favoritos y no es precisamente un autor de terror. Pero hablar de relatos para Halloween sin mencionar El guardavías me parecería insultante.
En este relato, Dickens nos cuenta una sencilla historia de un hombre que conoce en la estación de tren al guardia que se encarga de la vigilancia y seguridad de las vías. Este hombre, agitado, causa mucha curiosidad al protagonista, que decide indagar en el origen que mantiene atribulado al trabajador. Este corto relato es bastante conocido, pero si no lo habéis leído nunca, será un honor habéroslo dado a conocer.
El cuento está inspirado en la estación del portal del túnel de Clayton (West Sussex, Inglaterra), donde se sucedieron dos catastróficos accidentes de tren; el segundo de ellos, el 9 de junio de 1865, fue un descarrilamiento del tren en el que iba el propio Charles Dickens.
El monte de las ánimas, 1861:
Dejemos atrás Estados Unidos e Inglaterra y vengamos a territorio nacional. Y es que este relato, perteneciente a la colección Soria, fue escrito por el mismísimo Gustavo Adolfo Bécquer. A las orillas del Duero se sitúa el Monte de las Ánimas, lugar en que el autor decide emplazar esta historia que no puede ser más perfecta para contar en Halloween, ya que transcurre en la noche de los difuntos.
Situada en la Edad Media, Alonso nos cuenta mediante un flashback los episodios acontecidos la noche anterior, mientras trataba de complacer a su prima Beatriz. Esta historia trata la lucha y el amor y en muy pocas páginas nos estremece con una aterradora historia sobre espíritus templarios y una ambientación que Bécquer carga de sonidos espeluznantes que estremecerán a cualquier lector con imaginación.
El joven Goodman Brown, 1835:
Como buena bruja, no podía dejar fuera al autor nacido en Salem, Nathaniel Hawthorne, quien en este y en otras obras hace una crítica demoledora a la religión, el puritanismo y a la frágil fé humana. El autor de La letra escarlata fue nieto de John Hathorne, quien fue el único, de todos los jueces involucrados en los terribles juicios de las brujas de Salem, que jamás se arrepintió de las acciones allí cometidas. Por ello, cambió su apellido añadiéndole una “w”, ya que se avergonzaba de su antepasado y no quería que lo relacionasen con este. Vivió una temporada en Concord (Massachusetts) junto a su mujer, la pintora trascendentalista Sophia Peabody, donde tuvieron de vecinos ni más ni menos que a Ralph Waldo Emerson y a Henry David Thoreau. ¡Menuda reunión de vecinos de lujo!
Esta historia me fascinó desde la primera vez que la leí. Cuenta la historia de un joven habitante de un pueblo puritano del s.XVII que se adentra en el bosque y a través de conversaciones y encuentros con sus vecinos, se adentra en un viaje sin saberlo hacia la pérdida de la fé, el escrutinio de su propia voluntad y una total depravación de la humanidad. La historia tiene un simbolismo brutal, en el que por ejemplo, su mujer, Faith (fé en inglés) le ruega que no la abandone y quien más tarde buscará por el bosque dándose cuenta de que la ha perdido.
"Y cuando hubo vivido mucho y fue llevado a la tumba ... no grabaron ningún verso esperanzador en su lápida, porque la hora de su muerte fue tristeza"
El tapiz amarillo, 1892:
Para los que busquen un terror psicológico basado en la salud mental deben leer este relato de la autora Charlotte Perkins Gilman. En él, la escritora, enorme figura del feminismo, quería exponer la situación a la que muchas mujeres eran expuestas por tratamientos que las empeoraban psicológicamente. La propia Gilman estuvo expuesta a uno de estos “tratamientos de reposo” por el Dr. S. Weir Mitchel, con quien intentó contactar tras publicar la historia para que fuese consciente de cuan errados eran sus métodos.
Cuenta la historia de una mujer cuyo marido y doctor la somete a un “tratamiento de reposo” en una casa de campo que alquilan para pasar una temporada tras haber tenido un bebé. Esta mujer, con depresión post parto, es obligada a encerrarse en una habitación con barrotes y en la que no se le permite escribir o realizar cualquier otra actividad que le sirva de distracción. La protagonista esconde un diario, cuyas notas son las que vamos leyendo en la narración, y donde podemos observar su descenso hacia una psicosis de lo más perturbadora en la que se obsesiona, a falta de cualquier otro estímulo, con el patrón y color del tapiz de la pared. Comienza a ver visiones cada vez más horripilantes que la conducen hasta una locura horrible.
Y hasta aquí mis recomendaciones sobre lecturas para leer junto a la luz de la hoguera o junto a las velas en la noche más aterradora del año. Espero que os haya gustado y que echéis un ojo a estos relatos si no los conocéis.
Nos vemos en la oscuridad. ¡Que tengáis aterradores sueños!
Fotos:
Wikipedia, Filmaffinity y Amazon
Artículo escrito por Cristina de la Torre
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